El lunes 8 de diciembre se cumplirá un año del colapso del régimen de Bachar al Asad en Siria y el triunfo de la alianza rebelde liderada por el islamista Ahmed al Sharaa, que se convirtió en el nuevo presidente del país, un aniversario que se conmemora en una relativa calma y en pleno proceso de normalización política y apertura al exterior.
Está previsto que los grandes eventos conmemorativos se celebren mañana en Damasco, ciudad que en la madrugada de hace un año se despertó ocupada por las tropas del Organismo de Liberación del Levante, en medio del colapso de las fuerzas de seguridad y el régimen de los Al Asad, cuya familia había gobernado el país por más de 50 años.
Centenares de milicianos ocuparon la ciudad entre saqueos de edificios gubernamentales en un cambio de tornas histórico que fue sorprendentemente rápido y poco cruento, y que pronto se vio que contaba con el apoyo masivo de la mayor parte de la ciudadanía.
Primeros festejos
Las celebraciones ya se han venido produciendo en los últimos días en varias zonas del país, particularmente en las que fueron liberadas en el camino desde Idlib, el feudo norteño de los rebeldes islamistas durante la guerra civil que comenzó en 2011 en el contexto de la Primavera Árabe, hasta Damasco.
Homs, una de las principales ciudades del país y situada a medio camino entre Idlib y la capital siria, celebró el sábado el derrocamiento de Al Asad, con bengalas, banderas de la nueva Siria (verde, blanca y negra, con tres estrellas rojas) y fuegos artificiales.
"La situación ha cambiado un montón, la vida ha mejorado mucho y ahora estamos viviendo los mejores momentos de nuestras vidas (...) Lo más importante es que el régimen ha caído", destacó en declaraciones a EFE Mahmoud al Akkarib, uno de los participantes en la celebración.
Ya el viernes, varias ciudades del país acogieron otros eventos para recordar el aniversario, especialmente después del rezo del mediodía, mientras que los colegios marcaron la ocasión un día antes con actividades especiales y el reparto de banderas, entre otros.
En estos días previos se ha visto a la gente con bufandas y banderas de la nueva Siria, ciudadanos paseando en coche y gritando "libertad" mientras que en ciudades como la nororiental Alepo o Homs se han podido escuchar los tradicionales disparos al aire, que son comunes en los festejos de todo el mundo árabe.
Normalización y apertura
Si bien la violencia política e intracomunitaria ha seguido vigente, el Gobierno de Al Sharaa llega a esta fecha con una relativa estabilidad y un creciente reconocimiento internacional a su labor, con avances claros en materias como el fin de las sanciones internacionales que pesaban sobre el país y que impedían su integración con el mundo.
En este año, Al Sharaa ha realizado 21 visitas internacionales, algunas de ellas de enorme calado político, como ha sido su reciente participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y un encuentro con el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca.
Su último viaje ha sido este mismo sábado a Catar, en donde participó como una estrella en el Foro de Doha y en donde afirmó que Siria ha pasado en un año "de ser un país exportador de crisis a ser un factor de estabilidad regional".
Allí también habló de su pasado como líder de una organización considerada terrorista por EE.UU y Naciones Unidas, una etiqueta que rechazó al afirmar que él "nunca le había hecho daño a ningún civil".
"El régimen extinto nos legó muchos conflictos y utilizó a las sectas contra otras sectas, pero desde el comienzo de la lucha para disuadir la agresión, hemos priorizado el perdón y el indulto en aras de un futuro seguro y sostenible para el pueblo sirio", aseveró.