Los recientes y bullados casos de funcionarios de las Fuerzas Armadas involucrados en narcotráfico no deben ser vistos como hechos aislados, sino como "señales de alerta" de un fenómeno más profundo y preocupante. Así lo advirtió Pablo Zeballos, experto en crimen organizado y miembro del comité de expertos del Ministerio de Seguridad.
"Creo que no son situaciones aisladas, son señales de alerta", afirmó Zeballos en conversación con Una Nueva Mañana de Cooperativa, subrayando que, si bien la situación de Chile aún no es comparable a la de países como México o Colombia, la infiltración del crimen organizado en las instituciones es un riesgo real.
Los métodos de cooptación
El especialista explicó que las organizaciones criminales utilizan una combinación de estrategias para corromper a funcionarios públicos, especialmente en zonas de alta vulnerabilidad como las fronteras. Por un lado, está la oferta económica, facilitada por la "gran cantidad de dinero" que manejan economías ilícitas como el narcotráfico, la trata de personas o la minería ilegal.
Pero el método más peligroso, según Zeballos, es la amenaza directa a los familiares de los funcionarios. "Los criminales logran entender quién es la red familiar del funcionario militar que tiene una función específica, una función bisagra. Se le acercan, lo amenazan y le dicen que si no cooperan, van a atentar o asesinar a su familia", detalló. Esta coacción, combinada con incentivos económicos, crea una "tormenta perfecta" para la corrupción.
El riesgo de la militarización sin preparación
Zeballos puso énfasis en el escenario que se genera al utilizar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra la delincuencia, una medida que, aunque puede tener un efecto disuasivo inicial de hasta tres meses, conlleva graves riesgos si no se maneja adecuadamente.
"Las Fuerzas Armadas son preparadas para una hipótesis de guerra, no una hipótesis de permanente contacto con la comunidad, ni menos con una comunidad que puede estar vulnerada o controlada por el crimen organizado", explicó.
La falta de protocolos de resiliencia ante extorsiones y la ausencia de reentrenamiento constante pueden hacer que los militares sean más susceptibles a la corrupción.
"Cuando esa gente no es reentrenada o se mantiene en un lugar permanente, se ven dinámicas de corrupción", advirtió. Por ello, sugirió mecanismos de rotación y capacitación constante para evitar que el personal militar se vea comprometido.
La necesidad de un enfoque integral
Para el experto, la solución no pasa por medidas aisladas, sino por un enfoque integral que ataque las estructuras del crimen organizado. Esto implica no solo el control territorial, sino también seguir la ruta del dinero y fortalecer la inteligencia.
"Muchas veces las fuerzas armadas o el Estado no tienen la disposición de recursos económicos de fácil entrega sin necesitar una burocracia muy extrema", señaló Zeballos, contrastando la agilidad del mundo criminal con la lentitud estatal.
La clave, concluyó, es entender que la lucha contra el crimen organizado es una batalla por el control de las economías ilícitas, y en ese campo, el Estado debe ser más rápido y eficiente.