En conversación con Efecto China, Carla Morales, académica del Instituto Confucio Santo Tomás, explicó que una de las principales diferencias entre el chino mandarín y el español está en la forma de usar los verbos. Mientras en español cada verbo puede tener decenas de formas distintas -"canto, cantabas, cantarás, cantaremos"-, en chino basta con aprender una sola y aplicarla siempre.
Por ejemplo, el verbo 学 (xué), que significa estudiar, se usa igual sin importar el tiempo o la persona: 我学汉语 (wǒ xué hànyǔ), literalmente "yo estudiar chino". El contexto o palabras adicionales como "ayer" o "mañana" indican si la acción ocurre en pasado o futuro.
Aunque los verbos en chino no se conjugan, existen partículas y expresiones que cumplen esa función. Para señalar pasado se utilizan 了 (le) o 过 (guò), y para el futuro auxiliares como 会 (huì), 要 (yào) o 将 (jiāng). Sin embargo, lo esencial es la referencia temporal dentro de la oración.
Esto obliga a los estudiantes a enfocarse más en el contexto de la frase que en la forma verbal, lo que representa un cambio de lógica respecto al español.
Aprender chino implica un ejercicio de flexibilidad mental. Morales lo resume así: "El estudiante debe dejar de depender de terminaciones y centrarse en el orden de la frase, las partículas y el contexto".
Un carácter representativo es 学 (xué), que significa "aprender" o "estudiar" y aparece en palabras como 学生 (xuéshēng, estudiante) y 学校 (xuéxiào, escuela). Una invitación a recordar que estudiar chino es también aprender a pensar de otra manera.